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Expertos alertan sobre el aumento del bullying y el ciberbullying


Europa. -Según UNICEF, los conceptos de acoso escolar y bullying son sinónimos, y definen “la conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua e intencionada”. Se trata, principalmente, de agresiones físicas o verbales, exclusión social, acoso sexual; y derivaciones de ellas como extorsión, robos, difamación, creación de rumores, de acuerdo a la agencia.

En tanto, el ciberacoso o ciberbullying es “una variante del acoso que se produce a través de internet. El acosador tiene sensación de anonimato y las consecuencias son más difíciles de evaluar”, según detallan desde UNICEF.

En ese sentido, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitió un documento sobre bullying, acoso escolar y ciberbullying.

El trabajo, que contó también con el apoyo institucional de la Defensoría de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes

Según las últimas estadísticas mundiales publicadas por la ONG Bullying Sin Fronteras en abril de 2023, siete de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso. Además, Argentina ocupa el quinto lugar entre los países del mundo con mayor cantidad de casos de bullying y ciberbullying, con un reporte anual de 50.250 casos.

Asimismo, en las pruebas Aprender 2021, respecto de las situaciones de violencia experimentadas en las escuelas por los estudiantes del 6° grado del nivel primario, se registraron algunas cifras preocupantes: el 42,9% manifestó que algunas o muchas veces otros estudiantes dijeron mentiras sobre ella o él; 36% identificó que otros estudiantes la o lo insultaron; 32,5% señaló que otros compañeros se burlaron; 29,5% informó que les dejaron de lado a propósito; 23,6% dijo que otros estudiantes le quitaron sus cosas o las rompieron; 22,6% señaló que otros estudiantes pidieron a compañeras o compañeros que no se junten con ella o él; 16,1% de los estudiantes afirmó que algunas o muchas veces otros estudiantes lo agredieron físicamente y 12,6% señaló que muchas o algunas veces, otros estudiantes lo amenazaron o insultaron a través de las redes sociales.

“Las niñas, niños y adolescentes que crecen en el marco de patrones de violencia pueden llegar a reproducir esos maltratos con sus pares, tanto en el ámbito escolar como en las redes”, amplió Pedrouzo.

En el informe de la SAP, los especialistas plantearon que, en los casos de ciberbullying, “los NNA por lo general están en permanente contacto con los dispositivos electrónicos para mantenerse al día sobre las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios. Es habitual que se aíslen para visualizar los mensajes”.

“Una de las diferencias entre el bullying y el ciberbullying es la velocidad e intrusión con que llegan los mensajes agresivos a su destinatario/a en este último. Ya que pueden ser enviados a cualquier hora y desde cualquier sitio, lo que amplifica las dimensiones del daño. Es fundamental reconocer que, aunque la agresión se haya dado en entornos virtuales, el daño existe y la violencia es real”, sostuvieron en el documento.

Y agregaron: “Estos contenidos malintencionados permanecen en el ciberespacio y dejan una huella que difícilmente pueda ser borrada o eliminada. Además, el entorno virtual le otorga al agresor el anonimato, a través de ‘nicknames’ o de perfiles falsos. Tiene un factor extremadamente importante que es la inexistencia física de contacto entre el acosador y la víctima y, por lo tanto, es difícil que el acosador preste atención a la real dimensión del daño. El acosador tiene otro perfil: es más astuto, no suele tener problemas con la autoridad ni con los adultos y en términos generales suele ser un buen alumno y muchas veces todos estos hechos ocurren fuera del ámbito escolar”.

Con respecto a las víctimas, es usual el ocultamiento de lo que están sufriendo, por vergüenza o miedo, y que las personas adultas cercanas tampoco noten la situación. Cualquier chico puede ser el blanco de estas agresiones, y es frecuente que sean agredidas las personas con alguna discapacidad o aquellas que tienen alguna característica física en particular o racial o que se diferencian por otros motivos como el rendimiento deportivo o académico, nivel socioeconómico, creencias políticas o religiosas, etnias, identidad de género u orientación sexual.

El ciberbullying, al ser más intrusivo y veloz, deja una huella difícil de borrar en el ciberespacio, con impactos psicológicos y emocionales graves para las víctimas, según la SAP.

“Entre otros síntomas, se destacan situaciones de cansancio, cefalea, dolor abdominal y vómitos que pueden darse el domingo por la noche, al despertar o previos al ingreso a la escuela en los casos de acoso escolar, donde el NNA suele manifestarse en contra de asistir a clase. También alteraciones del sueño, en la conducta alimentaria, dificultades en el aprendizaje, bajo rendimiento escolar, falta de interés en actividades que realizaba anteriormente, baja autoestima, cambios en el estado de ánimo y ansiedad”, dijo Pedrouzo.

“En los casos más graves, aparecen síntomas de aislamiento, depresión, ideas de muerte e intentos de suicidio”, describieron ambos colegas y agregaron: “En los casos de ciberbullying están en permanente estado de alerta en contacto con sus dispositivos, para chequear constantemente las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios”.

Bajo estos preceptos, en el documento de la SAP resaltaron que tanto el bullying como el ciberbullying “producen estrés crónico, suelen asociarse al secreto y al sentimiento de impotencia para resolver la situación. Los adultos cuidadores no suelen enterarse del padecimiento y el maltrato sufrido por las víctimas”.

“Este tipo de situaciones también traen aparejadas consecuencias para el agresor, que frecuentemente puede presentar dificultades en la vincularidad, trastornos del control de los impulsos, falta de empatía, conductas antisociales o delictivas, dificultades de aprendizaje y fracaso escolar”, ampliaron en el informe.

El acoso escolar puede manifestarse en síntomas físicos como cefaleas y dolores abdominales, así como en cambios de conducta y rendimiento académico, señalaron los expertos.


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