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Cristiano Ronaldo pateó tres goles a tres minutos del final en la copa mundial de fútbol de 2018


RUSIA. –Cristiano Ronaldo pateó tres goles, el último de falta directa a tres minutos del final, frustraron el ejercicio de carácter, determinación y remontada de España, que resurgió hasta dos veces contra el actual campeón de Europa y contra sí misma, pero que recibió el 3-3 cuando ya sentía suyo el triunfo.

El empate le supo a derrota, porque desde su fútbol y desde una versión convincente había sido capaz de levantar un partido que perdía en dos ocasiones, primero por 1-0 en el minuto 2 y después por 2-1 al borde del descanso en un fallo inconcebible de Gea, pero sobre todo porque quizá mereció más que un solo punto.

Todo eso, además, después de tres días de tanta agitación, del inesperado cambio de seleccionador, de una crisis y una vorágine de 20 horas entre el martes y el miércoles que desenfocó el partido e incluso, ya este viernes, con un penalti en contra de inmediato, con el veloz 1-0 en el minuto 2, con el del 2-1 al borde del descanso.

Una serie de golpes inasumibles para muchos, más aún dentro de todas esas circunstancias, pero no para el grupo del debutante Fernando Hierro, que se repuso al 1-0 y al 2-1 con la decisión de una selección que se siente capaz de lo máximo, que sorteó cada inconveniente que se encontró este viernes menos el último: el 3-3.

No le asustó de principio el 1-0 en contra, en un penalti de Nacho sobre Cristiano, que él mismo transformó, ni tampoco la puesta en escena trepidante de Portugal, lanzada al contragolpe, del que no sacó provecho Gonçalo Guedes, primero porque le faltó valentía para medir a Serio Ramos y después porque no tuvo nada de precisión.

Del mal rato surgió la selección española contestataria desde la pelota, desde el movimiento paciente de su mejor virtud, mejorable quizá en la profundidad por momentos, pero la cualidad que le ha dirigido a tantos y tantos éxitos en tiempos no tan pasados, con la que le señaló a Portugal que había mucho partido con 1-0. Muchísimo.

Lo marcaba el cronómetro en el imponente estadio Fisht de Sochi, pero, sobre todo, el compás al que se movía ya España, inconformista y ambiciosa ante tal panorama, rebelada contra la adversidad y contra la presión de su contrincante y rearmada con el 1-1 de Diego Costa, una jugada que representa milímetro a milímetro al atacante.

No había entrado mucho en juego desde entonces. Un lío con la pelota al principio, alguna apertura a la banda, un remate alto.

Hasta que un balón largo, de esos que tanto le gustan, al choque con Pepe, le dio la posesión. Se revolvió ante un par de defensas, para un lado, para el otro, encontró el hueco, disparó y empató (1-1).


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