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Catalanes vuelven a las urnas para definir el rumbo político de Cataluña


Barcelona.-Dos meses después de la fallida secesión, Cataluña decide este jueves en las urnas si renueva su confianza en los independentistas tras su conflicto con el gobierno español, que terminó interviniendo la autonomía de esta región fuertemente dividida.

Más de 5,5 millones de personas están llamadas a estos comicios convocados extraordinariamente por el dirigente nacional Mariano Rajoy para sofocar la proclamación de una república catalana en el parlamento regional.

La participación se prevé masiva y el resultado ajustado entre unionistas y separatistas, que se vieron diezmados en campaña por la encarcelación y el exilio voluntario de sus líderes.

En las últimas elecciones de 2015, los independentistas obtuvieron por primera vez una mayoría absoluta en el parlamento y, aunque no contaban con la mayoría de votos, avanzaron unilateralmente hacia la secesión tras años reclamando un referéndum de autodeterminación a Madrid.

Finalmente lo celebraron clandestinamente entre cargas policiales el 1 de octubre y el 27 de ese mes declararon una efímera independencia.

Ese mismo día, el ejecutivo de Rajoy tomó el control de la región, disolvió el parlamento y destituyó al gobierno independentista catalán de Carles Puigdemont en un acto sin precedentes en la historia reciente de España.

Con la campaña culminada, Rajoy se permitió sacar pecho. «En todos los territorios de España los gobernantes ya saben qué pasa cuando hacen lo que no se puede hacer», dijo la noche del miércoles.

Fracasado su plan de ruptura, los independentistas centraron su campaña en denunciar la intervención de la autonomía y la cruzada judicial contra sus líderes, investigados por rebelión, sedición y malversación por su pulso separatista.

«La presidencia de Cataluña ni se decapita ni se cambia a conveniencia de Madrid», dijo Puigdemont en su último mensaje de campaña, realizada íntegramente por videoconferencia desde Bélgica, donde marchó junto a parte de su gobierno evitando a la justicia.

Su antigua coalición se presenta separada entre su candidatura Juntos por Cataluña e Izquierda Republicana de Cataluña (ERC, sus siglas en catalán), del vicepresidente Oriol Junqueras, que decidió permanecer en España y está en prisión preventiva en Madrid.

Pese a ello, ERC lidera ligeramente los sondeos, codo a codo con la formación más hostil contra el nacionalismo, Ciudadanos, encabezada por la joven líder de la oposición Inés Arrimadas.

«Tenemos que ganar. Si lo hace Ciudadanos, seremos vasallos de Madrid», afirmaba Martí Calix, universitario de 21 años y votante de ERC.

La promesa de la formación antinacionalista de acabar con la «pesadilla» independentista caló entre los catalanes contrarios a la separación, aupándoles como líderes del bloque unionista frente a los grandes partidos españoles, el Partido Popular de Rajoy y el Partido Socialista.

«Nunca había votado pero esta vez iré sólo para que no salgan los independentistas», decía José Antonio Ruiz, de 58 años, en un acto de Ciudadanos en Santa Coloma de Gramenet, en la periferia de Barcelona.

«Todo se centra en si el proceso independentista continuará o se interrumpirá», esgrime el politólogo Joan Botella, de la Universidad Autónoma de Barcelona. «Esto lleva a una visión muy dual de los resultados».

Con siete partidos en liza, ninguno podrá gobernar solo y serán necesarios pactos entre fuerzas unidas por su apoyo o rechazo a la independencia pero muy distanciadas ideológicamente.

Incluso en caso de mayoría independentista, pueden surgir tensiones entre sus partidos por el liderazgo o por el camino a seguir si recuperan el poder. Si bien la mayoría opta por buscar un diálogo con Madrid, los más radicales defienden imponer una república independiente.

«El horizonte es muy difícil», dice Botella. «Difícilmente se resolverá la situación en unas elecciones porque la crisis ha sido muy profunda y muy extensa».


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