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Un escándalo tras otro


Por: Pedro René Almonte Mejía

La sociedad dominicana ha cambiado mucho; ciertamente vivimos en un país que en sus zonas privilegiadas aparenta ser un país moderno y hasta del primer mundo; si nos vamos a las zonas bajas no parece tan moderno. Los cambios han sido sustanciales, tanto en la infraestructura como en el comportamiento de los dominicanos.

Los dominicanos han desarrollado una mezcla de temperamento violento con pasividad ante hechos delictivos,  por ejemplo: hemos visto a un dominicano matar a otro por un parqueo, hemos visto delincuentes matar por un celular, el asesinato de policías en las calles de nuestro país es el pan nuestro de cada día. Donde habita mi preocupación, es que nos hemos acostumbrado a todo esto, ya nada de eso nos sorprende, ya al ver esos titulares en la prensa ni nos inmutamos. Nuestra sociedad ciertamente ha cambiado mucho, ya los padres tienen miedo de tener a sus hijos en los parques, ya los niños no saben lo que es jugar el “topao”, “la plaquita” o “el escondio”, los padres prefieren comprar una tablet y encerrar sus hijos entre los fríos muros de una casa, sólo para mantener los chavales a salvo.

La delincuencia que nos arropa está arriba, abajo y a ambos lados, ya perdimos el sentido del asombro. Ya supuestos casos de corrupción que involucran sumas multimillonarias de recursos públicos y hasta se asesinan personas por esta razón,  nos son indiferentes. Por su lado una oposición política que es mucha espuma y poco chocolate, que piensa que será gobierno alguna vez y trata con caricias todo lo que está viviendo la sociedad, para ser tratada de igual manera cuando  le toque estar en la papa.

Si no nos detenemos a repensar el país que queremos, si no hacemos una pausa en el camino que llevamos, poco le quedará a las futuras generaciones. Si es necesario volver al principio y comenzar a caminar otra vez en sentido contrario al que llevamos, habrá que hacerlo…

 


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