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Mi papá y el burro de Luis Bocito


Por: Clemente Terrero

La que les voy a narrar es una historia verídica, la escribí para dar a conocer los valores humanos de mi padre, quien siempre estuvo con los débiles, una postura contra la injusticia y el abuso, por eso, es y seguirá siendo mi más grande héroe de la realidad. Esta historia es muy jocosa, sé que les va a gustar, se van a morir de la risa, porque todavía hoy, nosotros nos reímos mucho cuando la recordamos, EL BURRO DE LUIS BOCITO.

Luis Bocito era un señor muy extraño y misterioso, era amigo de mi papá, nunca lo vi sonreír, tampoco supe donde vivía, de que vivía y que trabajaba, él tenía un burro que era su compañero, siempre que lo vi, fue acompañado de su burro, era un señor muy raro, nunca me acerqué a él, en esos tiempos de brujas y de zánganos, nosotros no sabíamos si él era uno de ellos.

Le llamaban Luis Bocito, porque tenía unos bigotes copiosos, largos y finos que sobresalían de las comisuras de sus labios, vivía manoseándoselos constantemente, siempre pasaba por la calle de mi casa cuando bajaba en las mañanas, igual que cuando iba de regreso. No recuerdo haberlo visto nunca de frente, ni haber hablado con él, se me enfriaba la piel cada vez que lo veía.

El burro de Luis Bocito era uno de esos que le llaman muleño, parecía un caballo, de lo grande que era, además, era un burro loco y agresivo, su dueño siempre lo dejaba comiendo del pasto en el play de pelota cerca de mi casa, cuando salía de ahí, se la pasaba corriendo de arriba para abajo y de abajo para arriba. Los muchachos teníamos que escondernos cuando salía del lugar donde lo dejaba amarrado su dueño. Todos los muchachos del barrio le teníamos miedo al burro de Luis Bocito.

Un día mi papá estaba tejiendo una soga que usaba para echar las nasas en el fondo del mar (nasas son trampas de pesca), mi papá hacia pesca de nasa, tanto en el bajo como en el hondo. Las del bajo eran las nasas que se colocaban a menos de 30 pies y las del hondo, estaban a más o menos 300 pies. Las sogas se tejían en hilos de tres para que tuvieran la resistencia suficiente para subir la nasa desde la profundidad hasta el bote.

Ese mismo día, Turín, un señor mayor que era nuestro vecino, salía de su casa, la cual estaba frente a la nuestra, con una burra que tenía amarrada en su patio. La burra estaba en celo o calor, cosa que provocaba a los machos de su especie. Turín llevaba la burra asida a una cuerda halándola para llevarla al pasto a comer.

En eso aparece el burro de Luis Bocito, que se da cuenta de la condición de la burra, inmediatamente el burro, estimulado por las hormonas de la hembra, se prepara para la acción, saca su vaina y se da dos golpes en el pecho, avanzando de forma amenazante para encima de la burra. Turín trata de impedir que el burro se le acerque a su burra, pero el burro estaba dispuesto a todo, no le hacía caso al señor, por lo contrario, estaba agresivo y más loco de lo que era, porque creo que tenía una fijación y no quería perder esa oportunidad, acorralando al dueño de la burra.

Toda la gente del barrio está viendo el espectáculo, mi papá, que estaba enfrascado en su trabajo, al ver la situación suelta el palo con el que estaba tejiendo la soga, abre los brazos y fuertemente se dirige a la multitud y grita, ¡pero coñazo! Mi papá era muy coñero, ustedes van a dejar que ese animal mate a ese hombre, y se decide ir a resolver la situación personalmente.

Mi papá llega, se para frente al temible burro de Luis Bocito y lo primero que hizo fue encestarle una trompada en la frente al animal, inmediatamente agarra al burro por el cuello, se abraza a él y comienza el forcejeo, la gente del barrio observaba detenidamente la escena, mi papá y el burro siguen enfrascados en la lucha, mi papá tratando de tumbar al burro y el burro resistiéndose a dejarse tumbar, fue una lucha de titanes, dos fuerzas animales.

El barrio entero estaba gozando, muertos de la risa, pienso que fue el más grande espectáculo que se haya escenificado en mi barrio en todos los tiempos. La gente caía al suelo con ataque de risa, se daban golpes en la barriga para poder respirar, nunca nadie se había fajado cuerpo a cuerpo con un burro, y mucho menos de esa estirpe animal.

En esa lucha, mi papá logra derribar al burro después de una fuerte resistencia, al caer al suelo, el burro y mi papá quedaron uno frente al otro, ojos con ojos y boca con boca, mi papá aprovechando que la boca del burro estaba cerca de la del él, le pega una fuerte mordida en los labios y el burro se paró relinchando, salió huyendo del lado de mi papá, tal vez pensando, que casta de hombre es este que me venció.

A partir de ese momento el burro de Luis Bocito perdió su corona y el respeto de todos, y mi papá se convirtió en el gran héroe de mi barrio, el Barrio la playa.


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