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La unidad derrota la reelección


Por: Manuel Salazar

A este momento, la unidad no concertada, derrota los propósitos reeleccionistas.  Sectores sociales y políticos diferentes, y hasta en disputa unos con otros, nos hemos puesto en un «todos a una», para poner en situación de jaque las pretensiones de un sector del PLD de reformar la constitución para habilitar la continuidad del presidente Danilo Medina en un nuevo periodo de gobierno.

La política de «golpear juntos sobre el mismo blanco, aunque marchemos separados», está dando frutos.

Toca insistir en esa política hasta que el proyecto reeleccionista   sea definivamente rematado, y se le pueda declarar oficialmente muerto. No se debe bajar la guardia ni un instante y seguir golpeando. Porque no se debe olvidar que quien sustenta el proyecto de reelección es el poder del Estado con sus muchos recursos, que casi todo lo pueden.

Pero más de ahí, corresponde aprender de la experiencia para el tramo que sigue.

Lo que estamos observando ahora es un hecho raro en la actividad política, al menos en los últimos 30 años.  Hay un proceso de lucha, en unidad amplia, o en coincidencia en un objetivo puntual, no concertada; para impedir la reforma constitucional que habilite la reelección.

Se actúa antes, para evitar el hecho/problema, y no después, en respuesta a este consumado.

Hay que destacar este hecho y generalizar toda la experiencia que del mismo se derive, para actuar con buen juicio político en el mismo proceso en curso.

Puede decirse que desde que se celebran procesos electorales tras la caída de la dictadura de Trujillo en 1961, el aprendizaje del progresismo y la izquierda no ha sido bueno.  Predomina la práctica de actuar después de recibir el golpe, aún y cuando se disponía de suficientes indicios y datos concretos para evitarlo.

Las elecciones del 2016 son un ejemplo claro de esa conducta.  Desde que inició la coyuntura que culminó con la imposición del actual gobierno, se advirtió durante años que sólo una unidad importante de diversos sectores políticos podía impedir ese hecho. El discurso de todas las partes de la oposición fue unánime en ese sentido; pero en la práctica no se fue consecuente.

No fue posible siquiera un pacto de defensa común del voto emitido en cada colegio electoral en favor de los partidos de la oposición, algo que era beneficioso para todos, y que no quitaba nada a los propósitos propios de cada quien.

La unidad apareció para denunciar un fraude electoral consumado, cuando la imposición del gobierno estaba establecida, y eran insignificantes las posibilidades de revertirla.

En el proceso electoral de ese año, acompañé a Manuel Jiménez en los esfuerzos por ganar la Alcaldía del Municipio Santo Domingo Este.  Tocamos todas las puertas de los partidos y movimientos de la oposición, con o sin registro electoral, para construir una mayoría tal que resistiera el fraude del que se tenían informaciones haría el gobierno.  Pero el apoyo llegó mucho después de las elecciones, cuando para protestar que el gobierno del PLD le había escamoteado 111 mil votos que le quitaban el triunfo, Manuel Jiménez puso en riesgo su salud en una huelga de hambre.

Este concurrir después a la cita de la unidad, o de lo pertinente en una coyuntura, lo encontramos en 1962, cuando se debió participar en las elecciones, bien con candidaturas propias, o apoyando al profesor Juan Bosch, y no hicimos ni lo uno ni lo otro; para luego protestar ofrendando la vida de Manolo Tavarez en Las Manaclas contra el golpe de Estado que se dio al gobierno surgido de esas elecciones.

Y nunca será suficiente recordar tanto como se pueda, que la misma conducta aparece en 1978, 1990, 1994- 96.   En todas estas, debimos unir ideas y esfuerzos al sector que expresaba la posibilidad del cambio así fuera mínimo, pero no lo hicimos, no quisimos; y cuando apareció el trauma a causa del fraude electoral, entonces quisimos ser vanguardia en la lucha «en defensa de la voluntad popular».

De todo el movimiento progresista y de izquierda es conocida la aberración del inolvidable Narciso González (Narcisazo) a las elecciones. Sin embargo, lo perdimos en 1994, porque asumió con la verticalidad que lo distinguieron la denuncia al fraude electoral que llevó a cabo el balaguerismo contra el Dr. Peña Gómez y el perredeismo de aquel tiempo.

Estas cosas de reaccionar después de los hechos, ya no pueden seguir sucediendo. Un movimiento que como tal ya lleva más de 60 años, no puede ser afectado de las enfermedades calificadas de infantiles. O tendríamos que considerarnos canutos.


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