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La renuncia de Rodríguez Monegro, el clientelismo, la politiquería y el desacierto


Por: José Alfredo Espinal

Cuando un funcionario público tenga que presentar la renuncia a un presidente de la República porque el clientelismo lo ha vencido, es una sociedad en la que sus ciudadanos, más tarde que nunca, deberán de revisarse por sus hechos.

El doctor Nelson Rodríguez Monegro dimitió como director del Servicio Nacional de Salud (SNS). Abandonó el cargo porque no aguantó la presión de dirigentes del partido gobernante (PLD), para que se sometiera al sistema político dominicano.

Esta renuncia del funcionario debe constituir si no una vergüenza, por lo menos una baja sensible para el gobierno, porque lo deja muy mal parado.

Otro aspecto grave de todo esto es que esa práctica por el que Rodríguez Monegro tuvo que abandonar el gobierno, es el pan nuestro de cada día en muchas de las instituciones del Estado. Si usted como servidor público no obedece líneas partidarias, aunque esté haciendo su trabajo bien, usted más tarde que nunca lo quitan o lo hacen saltar del puesto.

El doctor Rodríguez Monegro, según su carta de renuncia como director del SNS, dijo que “al presidente Danilo Medina en una ocasión lo venció el Estado, a él, ahora, lo venció “el clientelismo, el populismo y los intereses afectados”.

Con su salida del Estado dominicano, el doctor Rodríguez Monegro ha demostrado y ha dado el ejemplo de que aún queda un poco de vergüenza. Son pocas las personas que, como él, no solamente renuncian a un puesto importante en el gobierno, sino que no aceptan un empleo de asesoría porque consideran que no van a hacer nada.

Como al doctor Monegro, ¿a cuántos más servidores públicos lo obligan a renunciar o les quiten el empleíto porque no se doblegan a los caprichos de un jefe o a las presiones políticas de un sector determinado?

No es el caso de Rodríguez Monegro, porque ignoramos de cuales privilegios gozaba como funcionario, pero es sabido que otros, a lo mejor con un salario de RD$300 mil mensuales, la asignación de un vehículo de lujo, con un chofer, un par de guardaespaldas, pago de celulares, pasaporte diplomático para él y su familia, dietas sin controles, y el poder de nombrar y quitar a quien quiera y como le dé su gana, sin lugar a dudas, muchos aguantan de todo en el gobierno, por el carguito que le da tantos privilegios.

Hay funcionarios que defienden a raja tabla al gobierno y, en ocasiones, hasta las acciones indelicadas de algunos de sus colegas dentro de la administración pública, porque se dicen ser amigos del presidente. Pero más que eso, todo el mundo sabe que defienden los grandes beneficios que le otorga el cargo.

Rodríguez Monegro, es de suponer, que contaba con muchos de esos privilegios arriba mencionados, aun así, renunció. Comparto con el ahora exfuncionario del gobierno, estas palabras que a muchos políticos les quedan grande.

El exfuncionario afirma que en su dilatada trayectoria como funcionario público vinculado al sector salud desde 2006 ha sido intransigente con el incumplimiento del deber y las responsabilidades, el manejo transparente de los fondos públicos e intolerante a los hechos de corrupción.

Este caso del doctor Rodríguez Monegro me recuerda la salida nuestra como servidor público de una institución educativa de prestigio que todo el mundo conoce, pero que esta vez omitiré su nombre.

En esta institución no fui vencido por el clientelismo ni el populismo, pero algo parecido ocurrió. La politiquería obligó mi desvinculación forzada de esa institución a la que había servido con toda la entrega, pasión, responsabilidad, transparencia y honradez. Mis evaluaciones de desempeño fueron todas casi de un ciento por ciento positivas, pero nada de eso importó.

Y como no cedimos a las pretensiones de un traslado sin ningún tipo de garantías ni remuneraciones, se impuso el poder y la presión política con el barato alegato de desvincularnos de la institución por conveniencia administrativa.

Es por ello, que, con pena e impotencia, vemos como han pasado situaciones con el doctor Nelson Rodríguez Monegro y también conmigo. Ha pasado con muchas personas, y seguirá sucediendo mientras en la mente del político, del funcionario dominicano prime más el clientelismo y la politiquería que los intereses del Estado dominicano, que son los del pueblo.

Qué triste es ver que mientras hay funcionarios que renuncian porque los venció el clientelismo y otros son apartados de instituciones públicas porque no se doblegan a las presiones políticas de nadie, en cambio, se nombran, por desconocimiento o no,  a personas que guardan prisión y a otros que acusan de tráfico de inmigrantes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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