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La lluvia y la realidad de Santo Domingo


Por: Juan Miguel

Cuando una persona se esfuerza por lucir lo más radiante, elegante y a tono con los tiempos hace lo que cree necesario para estar a ese nivel donde todos los de esa clase están de tal manera que quiere servir de referencia para los de su alrededor y futuras generaciones. Superar sus limitaciones y carencias es lo primordial para poder llegar al sitial que se ha propuesto.

Hago este símil porque como podemos recordar cuando en los gobiernos del Dr. Joaquín Balaguer se empezaron las grandes construcciones de escuelas, puentes, edificaciones habitacionales en todo el país había un aire de progreso que invadía toda la población hasta tal punto que muchos vieron con gran agrado dicho progreso y más aun con infraestructuras como el Faro a Colon, Centro Olímpico Juan Pablo Duarte, El Acuario, Palacio de los Deportes etc.

Cuando termina su paso por el Palacio Nacional en el 1996 entra en vigencia lo que denomino la era de los gobiernos del PLD – recordando que en el 2000 gobernó el PRD de la mano de Hipólito Mejía – y que hoy sigue vigente tanto así, que, en la era del 2000 no se han apeado de la silla. El partido morado comenzó en el poder de la mano del Dr. Leonel Fernández llegando con una extraordinaria visión de convertir este país en un new york chiquito, con las construcciones de elevados, túneles, metro, queriendo darle a esta nación un sentido de desarrollo como los países desarrollados.

Lo que al parecer ninguno de los dos tomó en cuanta es que gracias a todos esos grandes proyectos nuestra ciudad sufre el más grande dolor de cabeza que ninguna persona puede tener porque ahogaron al gran Santo Domingo porque la lluvia pone al desnudo la realidad nuestra. Cada vez que cae un palo de agua toda la ciudad se vuelve un tremendo caos ya que el agua no haya por donde salir porque el drenaje pluvial es un desastre total y entramos en modo selva, ¿Cómo así modo selva? ¡Oh!, pues todos peleando para poder sobrevivir a los tapones provocados por el agua donde en muchos casos llega hasta la mitad de los carros en todas las avenidas y calles de la ciudad, pero eso no se queda ahí, pues, en las edificaciones deportivas y centros de salud llueve más adentro que afuera porque están mal hechas y no se les da el debido mantenimiento.

¿Qué solución se le puede dar a este problema que afecta a toda la sociedad? Pues al parecer no existe tal solución porque por décadas hemos cargado con esta cruz que nos ha costado miles de millones de pesos y todavía no ha nacido el Cristo que nos salve de semejante barbarie.


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