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Desafío para los partidos políticos en el 20 y su acercamiento de nuevo a los ciudadanos


Santo Domingo.- A partir de 1989, con la caída del muro de Berlín, las ideologías políticas inician un tortuoso camino hacia una crisis sin precedentes. Se comienza a evidenciar una ausencia de ideas en el ámbito del poder, que hoy día está afectando al sistema de partidos políticos y a toda la clase política de América Latina. La República Dominicana no escapa a esta realidad.       Los partidos en la Republica Dominicana se han quedaron sin fundamento teórico, sin diferencias sustanciales; con baja credibilidad, desconectados de la sociedad y sin acciones específicas.

Hoy día los partidos viven cuatro grandes crisis en paralelo:

1-   Evidencian una crisis de confianza, según estudios recientes, más del 82% de los ciudadanos en la Republica Dominicana tienen poca o ninguna confianza en los partidos políticos del sistema.

2-   Por otro lado, la gente percibe una alta crisis de identidad, siendo que el 91% de los ciudadanos perciben que todos los partidos son iguales, y que solo lo diferencian las siglas.

3-   Igualmente la ciudadanía percibe una crisis de propuestas e ideas que redunden en el bien común, el 86% cree que muchos partidos han renunciado al deseo de presentar un proyecto definido de sociedad; la discusión ideológico-pragmática ha desaparecido casi absolutamente del escenario público.

4-   Muchos ciudadanos no se sienten representados en la mayoría de las decisiones que toman los políticos y los partidos, evidenciando una Crisis de representación y el 87% de los ciudadanos creen que los partidos han olvidado como relacionarse con la ciudadanía y que solo aparecen en periodo electoral. (Datos obtenidos en Consulta Mitosky)

La sociedad va a saltos, mientras los partidos políticos se mueven muy lentamente, quedándose rezagados en el tiempo y pareciera como si esta sociedad estuviera perdiendo la fe en el relato de libertad y democracia que ha dominado la política de la región en las últimas décadas.

La corrupción y la impunidad, son temas recurrentes en el ámbito político nacional, pero en estas elecciones, parece que tomarán principalía; los ciudadanos se sienten molestos por las diversas denuncias de corrupción que aún no han sido investigadas a fondo y mucho menos resueltas. Y eso ha hecho que los electores reaccionen en contra de la clase política dominante, y la perciba como que se ha enriquecido a costa del esfuerzo de los ciudadanos comunes.

La lógica de una elección ya no es “honestidad vs. Corrupción”, sino “corruptos vs menos corruptos”, lo que ha aumentado el rechazo a la clase política, y ha disminuido la identidad partidista.

Esta ausencia de pertenencia, disgusto, falta de representación y rechazo a los partidos políticos se le conoce también como “desafección política” (montero 1994). Ese desapego al régimen y su sistema de representación alcanza un polo negativo definido por una hostilidad completa hacia el sistema político. No es descontento, es algo más profundo. El descontento supone la irritación por los rendimientos negativos de un gobierno o de sus dirigentes, ante su incapacidad de resolver los problemas básicos de la población.

El descontento no suele afectar la legitimidad democrática y es, sobre todo, coyuntural. Depende de los vaivenes de una opinión publica vinculada a la popularidad de los gobiernos y de sus políticas.

La desafección política invade, sobre todo, a los nuevos electores: jóvenes, informados, críticos, conectados (millenials), no acarreados a actos partidistas.  Estos votantes son los que adoptan una actitud antisistema y presentan dos posturas: a) no acuden a votar, porque no creen en el sistema de partidos, o b) votan para ver perder el partido en el gobierno.

Los humanos pensamos más en relatos que en hechos, números o ecuaciones, y cuanto más sencillo es el relato mejor. Cada persona, grupo y nación tiene sus propias fabulas y mitos, los partidos están compelidos a volver a lo básico en esta sociedad red. En un mundo inundado de información irrelevante, tener un relato es la situación más tranquilizadora, que nos quedemos sin ninguno nos sume en un estado de conmoción y desorientación.

Estamos en la era de la infotecnologia y de la biotecnología , con una sociedad conectada y en presencia de una tecnología que ha cambiado la economía y la política, que cambió la forma en que trabajamos, la forma en que nos relacionamos, la forma como estudiamos, la forma como protestamos, la forma como comercializamos, la forma como nos comunicamos; en fin, ha cambiado prácticamente todo, incluyendo la forma de cómo se ejerce el poder y de cómo debe ser la relación gobierno y gobernados. Esa tecnología es la internet, esta ha traído un gran despertar ciudadano, una forma diferente de comunicar, un cambio de paradigma que está atravesando todos los órdenes de nuestras vidas.

Y frente a ese gran cambio, la gran materia pendiente está en la clase política que ha evidenciado cierta resistencia a ese cambio. Ya no se trata de que la gente entienda a los políticos sino, de que los políticos entiendan a la gente, de que las escuchen de verdad, de acercarse, de interactuar con los ciudadanos.

El mundo cambió, la comunicación con el ciudadano cambió, la comunicación política cambió; pero los partidos siguen siendo los mismos. Estas organizaciones están llamadas a ser más democráticas, más cercanas, más creativas y más transparentes o corren el peligro de sucumbir, ante nuevas corrientes sociales en ascenso.

Las redes sociales están ejerciendo cada día una mayor influencia en el ámbito político, la sociedad se vuelve cada vez más informada y más crítica. Pareciera como si los partidos políticos y los políticos tradicionales no llenaren las expectativas de los electores.

Y en tales circunstancias, se podría generar un voto de castigo, un voto factura, un voto populista, un voto anti sistema. Y ello puede ser muy peligroso para la sociedad, porque correríamos el riesgo de que cualquier inexperto o tirano tome las riendas del Estado, resultando finalmente, el remedio más grave que la enfermedad.

En realidad, esto es solo una “voz de alarma”. Una lectura parcial de esa máxima socialista que sostiene que: “en política, diez años de historia se pueden condensar en unas pocas horas de agitación, descontrol y acción dirigida de las masas votantes; y de igual manera, un proceso casi instantáneo, pudiera prolongarse por años de incertidumbre.

Lo que ahora nos parece una utopía, pudiera resultar posible, Ejemplos tenemos de sobra, el “Que se vayan todos “un lema surgido espontáneamente en el curso de las protestas populares, piquetes y cacerolazos que caracterizaron la crisis de diciembre del 2001 en Argentina, provocando la renuncia del Presidente Fernando de la Rúa.  Con #OccupyWallStreet, que surge como una idea lanzada desde Canadá a través de una lista de correo electrónico haciendo un llamado a la protesta después de la crisis económica de 2008-2011 que dejo a muchos países al borde de la banca rota y altos índices de desempleo, y esto fue por todos los pueblos creciendo como bola de nieve.  el 15-M de España, la primavera Árabe en el norte de África. Anti sistemas como Hugo Chávez en Venezuela, Donald Trump en USA, Emmanuel Macron en Francia y un largo etc.

En la Republica Dominicana urge una recomposición de las fuerzas políticas y lograr un contra peso real entre los poderes del estado. “Juntos Podemos” es una iniciativa interesante para lograr ese contrapeso en el nivel Congresual y Municipal.

Es hora de reinventar los partidos y de reinventar la clase política.

 

 

 


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