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Yuniol el extorsionado


Por: Lemor Seyer

Las academias de psicología forense han concluido bajo la síntesis de que en  los crímenes de estado se incrimina la víctima para hacerlo pasar como culpable, bajar la tensión del pueblo y evitar revueltas populares en contra de los gobernantes.

En República Dominicana desde los inmemorables tiempos de  la conquista hasta nuestro día ha sido costumbre victimizar a las víctimas para hacerlas parecer más culpables.  Los conquistadores llamaron «Cimarrones» a los negros africanos que protestaron en contra de las discriminaciones.  El término cimarrón hace referencia a animales no domesticados. De estos guardamos la memoria de Lemba el cimarrón. Usaron la palabra denigrar para referirse a bajar un blanco a la condición de negro. A los nativos que también protestaron contra las represiones se les llamo «rebeldes o sublevados». También guardamos en la memoria a los rebeldes Caonabo y Enriquillo.

En los procesos de independencia, Santana llamó traidores a la juventud opuesta a la anexión y por ende exilió a Duarte, mató a Sánchez y Luperón y sus compañeros de armas.

Trujillo llamo comunistas a todos los que no afinaban con sus ideales de tirano; llamó gavilleros a una juventud formada, educada y valiente que arriesgaron sus vidas por el grito de libertad. Balaguer usó el mismo epíteto de comunista para referirse a una juventud que  no se doblega a la opresión y muerte.

En la denominada época de la democracia, que comenzó en el «borrón y cuentas nuevas» de Don Antonio Guzmán, han muerto más personas a manos del estado que en los quinientos años pasados. Pasamos de la era de la persecución de comunistas y delincuentes que hacían huelgas a la era de los intercambios de disparos a los «delincuentes». Cada cuatrienio de gobierno mueren más de cinco mil jóvenes a quienes definimos como delincuentes. Y estos no son más que jóvenes que se expresan en contra de un sistema que les niega el derecho a educación y empleos, jóvenes a quienes la corrupción les robó la oportunidad de cambios y su propia dignidad. Derecho a un techo, un coche e inclusive derecho a cruzar las calles.

Reeducar a un joven es muy costoso, encarcelarlos ya no tenemos cárceles disponibles, y mantenerlos presos también es costoso, por ende un tiro en la cabeza cuesta menos de cien pesos. Los matamos y luego decimos que estamos erradicando la delincuencia y la sociedad dice: » qué bueno que lo mataron por delincuente».

Bajo los epítetos anteriores murieron en la época de la postiranía: Manolo, Caamaño, Abel, Amaury, Orlando, Narcisazo, y un etcétera interminable.

Este año ha sido coronado como el año de los crímenes de corrupción. Cinco muertos de la corrupción y el oído sordo del gobierno. Yoel se pega un tiro en la OISOE (extorsionado). El «extraditado» en San Pedro mata dos periodistas y luego se suicida porque le habían vendido un terreno a precio de vaca muerta a varios compradores en el CEA. Y ahora nos toca el mismo lamento de Yuniol.

El modernísimo sistema de 911 se puso a disposición del Ministerio Público para hacer las indagatorias al respecto de la muerte de Yuniol, pero las mismas grabaciones, audios, videos, fotos, etc. todo parece indicar el objetivo común de poner a Yuniol como extorsionista y no como extorsionado.

En la conciencia del dominicano común no cabe la idea de que un hombre del temple de Yuniol, con lo crítico  a la corrupción que había sido, que en un momento él se pusiera de parte y al servicio de la misma. Como dice el himno a Camaño: «ellos inventaron el cuento y ellos mismos lo creyeron». Pero el pueblo no cree el cuento, sino que por el contrario Yuniol será y es nuestro héroe y profeta de los nuevos tiempos.

Yuniol fue vilmente asesinado en medio de centro del Gran Santo Domingo, las cámaras del 911 son testigos del mismo, además del testimonio de unos de los implicados. La camioneta azul en la que fue asesinado entró a la UASD, hizo un disparo en la cabeza en medio de la ciudad, recorrió medio Santo Domingo, cruzó varios semáforos y largos tapones de la capital y nadie vio nada. No hubo en policía del 911, no hubo un Amet, no hubo un portero, nadie vio nada.

La fiscal Diná Llaveria dio por terminada la investigación en su primera rueda de prensa, a Yuniol lo Mataron por extorsión al director de la OMSA, dos empleados libres y voluntariamente  sin ser coaccionados tomaron la decisión de matarlo, su jefe está exculpado.  Pudiera ser hipotéticamente posible que también Rivas sea otra víctima del mismo proceso, pero ésta es una verdad difícil de creer y demostrar.

Yuniol el extorsionado fue víctima de la corrupción por la que tanto luchó, un tiro en los ojos, una cadena recién comprada, dos blocks de ocho y echado al Río Manoguayabo como un tiburón podrido. Su última palabra fue suéltame COÑO!

Aunque mueran y sean difamados, siembre habrá una juventud rebelde, indómita y brava que no se someterá a los sistemas de gobierno, un juventud desencadenada que siempre va a decir SUÉLTAME COÑO…


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