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¿Violencia o pleito en las escuelas?


Por: Elvin Sánchez

Existe un interés de magnificar los pleitos escenificados en algunas escuelas del país dándole el calificativo de violencia, como si se tratara de algo nuevo que causa una amenaza en general. Siempre ha habido riñas entre estudiantes, ya sea por una simple mirada, una palabrita, un gesto, una burla…, por un roce, envidia, intriga, un enamorado en fin, cualquier motivo. La magia del celular y las redes hacen posible la divulgación de varias cositas de las muchas cosas que acontecen.

En los últimos días hemos visto una extraña manifestación de peleas y agresiones en varios centros educativos del país, pleitos entre estudiantes, alumnos y profesores que presentan  un panorama desgarrador y de sentida preocupación que debe obligar la atención de las autoridades y la sociedad.

Personalmente hemos tenido contactos con maestras que han sido agredidas por alumnos, recibiendo laceraciones graves, pero esto no se difunde en las redes sociales sino, que se mantiene en silencio.

Muchas son las causales que originan un joven violento, agresivo, intolerante; una sociedad violenta, hogares disfuncionales, las desigualdades sociales, la discriminación y el tutelaje de una legislación permisiva garantista de derechos, no puede parir otra cosa.

Las grabaciones por celular ayudan en la captación del hecho, pero dañan cuando invaden las redes solo con el afán morboso y sensacionalista, sin medir las secuelas por publicación cruda e incompleta. Esto de ninguna manera le quita importancia al medio más rápido de estar informado.

El remedio no está en la detención de esos jóvenes, ni en medidas de coerción privativa de la libertad, ni coger el tema para desviar otros, ni satanizar la escuela pública para promover los colegios y educación privada; es una situación que entendemos debe ser tratada con sentido integral y con acciones multidisciplinarias.

En la mayoría de los casos esos jóvenes son víctimas de hogares violentos, habituados a ver al padre agredir a la madre y viceversa.

Por ese camino estamos construyendo un ciudadano impulsivo, intolerante, agresivo y nada respetuoso.

Lo que manda el librito que siempre tendrá vigencia, el que usaba doña Chea Valdez, rolando arias, doña Candita Uribe y Fellito Reynoso, es individualizar el vínculo con la familia, atender y vincular a los padres y hermanos, abuelos, tíos, padrinos, instructores deportivos del estudiante en problema. Pues ellos, esos ilustres e irrepetibles maestros, proporcionaban un trato especial a esos casos especiales.

Insistimos que el problema no está en esos muchachos…pero nada puede justificar las riñas y agresiones entre condiscípulos.

La solución no está detrás de un escritorio, de una burocracia y tecnicismo poco eficaces, es en el campo de batalla, en el lugar de los hechos, en el hogar, en el barrio; es con vínculos primarios muy directos y humanos.

El profesor, el director, el orientador, el sicólogo, el conserje, el portero, el personal administrativo del centro, tienen que envolverse, asirse de las manos, practicando la solidaridad, siendo dadores de amor, de cariño y de afecto.

Es involucrando la comunidad educativa, los padres, las organizaciones y clubes barriales, es trabajando directamente al ser humano, es ofreciéndole oportunidades de crecimiento, es bajo un esquema y plan de participación social efectiva que podemos ganarle la lucha a este comportamiento en la escuela.


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