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¿Quién dividió al PLD? La envidia y el rencor


Por: Daygorod Fabián

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) hace mucho tiempo abandonó la disciplina y noción de lavar los trapos sucios dentro de casa.

La facción que hoy gobierna, desconectada del peledeista que decidió militar y participar luego del pacto patriótico del 1996, pretende o piensa que solamente con la fuerza del dinero puede imponer su voluntad.

La verdad es que no es así. Leonel Fernández, a mí entender es uno de los más grandes líderes de la historia dominicana, y a pesar de que en lo particular no comulgo con sus planteamientos, debemos reconocer que: ha demostrado y efectuado una hazaña única.

Enfrentó al presidente, al Comité Político, Comité Central, todos los ministros, Directores de Departamentos, Senadores, Diputados, Gobernadores, la DGII, el Banco de Reservas, mayoría de alcaldes del país y aun así supuestamente perdió por sólo 26 mil votos.

Eso demuestra que el verdadero líder es Leonel, no es Danilo, y ofendería la palabra líder colocar a Gonzalo en la lista.

Según narra la historia en el año 1994 hasta el 1996 se iba buscando una personalidad capaz de conectar con las bases izquierdistas del PLD, que se había masificado, y hacer una amalgama con el sector conservador que controlaba el Doctor Balaguer.

Danilo Medina pensaba que era esa figura. Resultó que no. Balaguer y Bosch con el ojo zahorí vislumbraron, a lo que denominaron una mina de oro (en materia de conocimiento): Leonel Fernández.

A partir de ahí Medina desarrolló poco a poco, y con el arte de la inquina, un encono duradero en contra de Fernández.

Esto se intensificó en el año 2000, cuando Medina pretendía que se volcara el gobierno en su favor, lo cual en esos momentos era imposible de hacer.

Fernández que fue respetuoso de los cánones constitucionales, logró volver al poder y llevó al PLD a votaciones jamás pensadas. Inició una ola de transformaciones que modernizaron el país.

Junto con eso logró posicionar su figura en el marco internacional, hasta el punto de ser mediador de conflictos, que hubiesen detonado una guerra en el continente.

En el año 2007 venció a Medina, sin mucho esfuerzo y sin dudas razonables. Además, la constitución de entonces le permitía buscar otro período de gobierno.

Medina se mantuvo con las actuales personalidades, quienes sustentaron su proyecto en el tiempo.

Con la diferencia de que cuando Fernández le da paso, efectúa una campaña casi propia para que Danilo Medina fuese hoy presidente, cosa que me parece nunca ha sido agradecida.

De forma automática se intentó diferenciar lo de antes con lo actual, pero a base de descréditos, campañas orquestadas por un personaje funesto (Joao Santana) y fabricaciones de un país irreal.

En el 2015, fue fácil colocar la modificación constitucional fruto del trabajo realizado durante tres años para despejar los moros en las costas políticas.

Sin embargo, la situación internacional, principalmente en materia de corrupción, lo cual hace que actuales funcionarios no soporten una auditoria visual de sus gestiones y riquezas, y menos fuera del poder, fue la sustancia necesaria para frenar la reelección. Todo esto sumado al panorama local, con Leonel a la cabeza.

Medina juraba debía continuar al frente del gobierno, cosa que Fernández le impidió. Fernández es una figura reconocida internacionalmente y con buena imagen en ese ámbito, Medina no.

En momentos actuales Fernández, puede volver al poder, la constitución no se lo impide, pero a Medina sí.

El gobierno se derrumba, pero se le derrumba a Danilo no a Leonel.

Danilo no puede volver, de conformidad con el marco constitucional actual. Esto crea un futuro inmediato sombrío fruto de la oleada de presidentes perseguidos judicialmente, muchos por razones políticas, otros no.

Todo este panorama, más la observancia del pueblo y de nuestro principal aliado comercial (EEUU), en razón de las relaciones diplomáticas con China, precisamente en medio de una guerra comercial, hacen que salir del poder sea todo un reto.

Además, la envidia contra quien ha sido presidente tres veces, goza de amplios niveles de respaldo y no tiene cuentas pendientes, generó envidia y rencor.

Esas dos palabras son las que describen la actual división peledeista.

 


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