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Miles de haitianos continúan bajo refugios provisionales y en condiciones infrahumana luego de 10 años del terremoto que devastó a Haití en el 2010


Haití. –  Miles de haitianos continúan viviendo bajo refugios temporales levantados hace diez años tras el devastador terremoto del pasado 10 de enero del 2010 que acabó con gran parte de las infraestructuras de distintas comunidades y que dejó centenares de muertos en Puerto Príncipe.

Uno de los asentamientos temporales más populosos de los 22 que siguen en pie es Corail, nombre de una comunidad compuesta por cientos de viviendas construidas en chapa o en un frágil tablero y que se desperdigan por un terreno pedregoso, en medio de la nada, a 25 kilómetros al norte de la capital.

“Vivimos en la miseria aquí, la miseria nos envuelve. Si tuviéramos dinero podríamos hacer algo, pero no lo tenemos”, dice resignada a Efe Helene Laura, una madre que comparte con sus seis hijos una pequeña casa de un ambiente, en la que una sábana es la única separación entre el dormitorio y la diminuta sala de estar.

Situación difícil

Unas 34,000 personas, según cálculos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), siguen viviendo en una situación similar desde la época del terremoto, que cumplirá su décimo aniversario el próximo domingo.

Las casas en Corail fueron construidas por una ONG con la idea de servir de refugio temporal por un máximo de dos o tres años, para acoger a las personas que se quedaron sin hogar cuando tembló la tierra con una potencia de 7.0 grados, una de las más altas en la escala de Richter, dejando un saldo de 316,000 muertos.

La mayoría de los 1.5 millones de desplazados por el terremoto ya han sido realojados y no quedan tiendas de campaña en Puerto Príncipe, pero los refugios temporales que siguen en pie, lo hacen a duras penas.

“Vivimos bien entre 2010 hasta 2013. Desde 2013 vivimos muy mal. La situación es muy grave. Cuando llueve estamos obligados a quedarnos afuera de la casa. Cuando vuelve el sol, no podemos respirar en el interior del refugio”, protesta uno de los líderes de la comunidad, Nocius Lainé.

Las lluvias, y en especial los huracanes que cada año barren el Caribe, es lo que más temen los habitantes de Corail porque las goteras les obligan, a veces, a dormir a la intemperie. Pero también enfrentan otras amenazas a diario, como la insalubridad de las letrinas comunitarias que, sin recibir mantenimiento desde hace años, están en mal estado y desaguan en una zanja a cielo abierto que discurre paralela a la calle principal de Corail.

Muchos viven en medio de precariedades

Una mujer, Madeleine Saint Hilaire, se queja de que, debido a las reducidas dimensiones de su casa, de unos 20 metros cuadrados, no tiene intimidad para separar a sus hijos varones y hembras, a la hora de bañarse, lo que hace con un balde de agua.
“El problema es que tengo muchos niños, vivimos juntos en una pequeña casa, eso no me gusta. No tenemos ducha, para bañarnos montamos un lugar para hacerlo”.

 


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