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Gobernanza


Por: Orlando Jorge Mera

En democracia y en sistemas representativos, existe una Constitución, ley de leyes, y el marco jurídico consecuente que nos permite convivir en armonía, apelar al desarrollo económico y social, y estructurar una forma de vida social que pueda dar origen a un país libre, moderno y de prosperidad para la gran mayoría de sus ciudadanos.

Esto fue reseñado recientemente en una entrevista que le hiciera el politólogo y jurista Daniel Zovatto, a Luis Felipe Lopez-Calva, director regional del PNUD para América Latina y el Caribe, quien consideró que para que una democracia marche necesita sostenerse en eleecciones que legitimen a las autoridades; fortaleza de los partidos políticos ante una crisis de representación; activo rol de la sociedad civil; y deliberación pública.

El año 2020 fue atípico pero airoso en cuanto al aspecto electoral. Comenzó con el fatídico 16 de febrero y la cancelación de las elecciones municipales ante el fallo general del sistema de voto automatizado.

Sin embargo, el pueblo dominicano salió a reclamar su derecho constitucional, el cual pudo ejercer finalmente el 15 de marzo en los comicios extraordinarios. Misma historia, el 5 de julio, cuando el cambio salió victorioso en unas elecciones legítimas y transparentes.

Por otro lado, aunque la crisis de representación ha perdurado en los años, la sociedad dominicana ha visto una voluntad de cambio, de forma y fondo, de la mano del PRM. Esto viene a romper una racha negativa de distanciamiento de los partidos con la sociedad, producto de no existir una verdadera representación de ideas y propuestas, así como de una pérdida sostenida de la confianza en el sistema de partidos. Esto ha cambiado y seguirá cambiando para mejor.

En la vereda de la sociedad civil, su vigilancia es clave, y su constante fiscalización, es bienvenido, porque contribuye con este importante pilar para la gobernabilidad.
En el aspecto de la deliberación pública, la transparencia es su antesala.

A ello nos hemos comprometido todos los funcionarios públicos con la firma de un pacto por la ética, pero sobre todo en el aspecto moral, pues hemos asumido en una época desafiante, crítica en lo sanitario y económico, y en el ámbito de la confianza ciudadana hacia sus gobernantes. Esto se debe recuperar.

A eso apela la visión de Estado del gobierno del cambio que preside Luis Abinader, a una gobernabilidad efectiva y democrática, algo que tomará un tiempo en reconstruir, pero todo viaje de mil millas comienza con el primer paso, con la voluntad de quienes hemos obtenido la oportunidad de servir, trabajando de la mano con aquellos que la han concedido, el pueblo dominicano.

 


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