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¿Examen único de competencia?


Por: Clemente Terrero

El examen único de competencia es un tipo de evaluación que se aplica en algunas naciones desarrolladas, como Estados Unidos, España y otros países de Europa, con la finalidad de obtener la licencia para ejercer la medicina, lo mismo que se hace en República Dominicana con la pasantía médica de ley.

En nuestro país se ha estado sazonando mucho ese examen en los últimos días, cuyo proyecto reposa en estos momentos en el Congreso de la República donde ha sido reintroducido por segunda vez, no se sabe por cuáles sectores, luego de ser sacado de la agenda en una ocasión anterior, por la gran oposición que ha generado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el Colegio Médico y otros sectores sensatos de la nación.

Los defensores de este examen sostienen que el mismo va a medir la competencia de los egresados, y a los que demuestren capacidad se le otorgará la licencia para ejercer. Piensan que la prueba contribuirá a mejorar el desempeño de los médicos en el país, tras considerar que con él se busca garantizar la calidad de la atención en salud.

Visto así en frío y planteada de esa manera, pareciera tener lógica y cualquiera se atrevería a aceptarlo, porque la verdad es que necesitamos mejorar la atención a los pacientes para garantizar la vida de los que acuden a buscar servicio en los prestadores del Estado y privados, para mejorar los macabros indicadores de salud del país, que hasta ahora no hemos podido lograr descender.

Sin embargo, esta propuesta tiene sus limitaciones y no creemos que en estos momentos del desarrollo de la República Dominicana sea adecuado aplicarlo, debido a que existen muchos factores que son determinantes del pobre desempeño de los médicos graduados en las universidades del país, como, por ejemplo, la falta de una adecuada rectoría de parte del Ministerio de Educación que garantice una docencia con calidad y de alto nivel científico en cada una de las universidades dominicanas.

Otro de los factores que influyen en una docencia de baja calidad son los bajos salarios que las universidades privadas pagan a sus profesores, quienes imparten la docencia sin motivación, porque con los salarios que perciben no pueden actualizarse con las bibliografías del momento ni disponer de tecnologías y, en algunos casos, ni para sobrevivir en el país.

Pero además debemos hacer conciencia de que la República Dominicana es una nación pobre, a pesar de que algunos viven como ricos, producto del dinero mal habido o sustraído del erario por medio de la corrupción, tomado sin el menor escrúpulo. Por consiguiente, la mayor población de nuestros estudiantes son de extractos sociales de escasos recursos.

Una mayoría de jóvenes carece de las condiciones económicas necesarias para competir con los de mayores recursos, en tanto la desventaja es abismal. Con este examen estamos promoviendo una nueva forma de elitismo en la educación del país, una especie de exclusión social, como sucedía en la época del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo. La Universidad Autónoma de Santo Domingo, la que gracias a la lucha del pueblo con el movimiento renovador, pasó a ser la academia del pueblo, en donde los hijos de los obreros, de los campesinos, de los chiriperos y de los pescadores, tuvimos la oportunidad de estudiar y lograr ser profesionales en nuestra nación.

Los países desarrollados se pueden dar el lujo de aplicar este examen porque son naciones ricas y el que quiera estudiar podría contar con el respaldo del Estado, a veces hasta con préstamos que saldaría al término de sus estudios universitarios, con plaza de trabajo garantizada, porque en ellos puede faltar cualquier cosa, menos fuentes de trabajo, contrario a lo que pasa en nuestro país.

No sé porque se le quiere poner un tapón a este gran problema de transcendencia social, después que los médicos hayan finalizado su carrera y no antes, aunque pienso sería para mantener el negocio de privatización de la educación superior, porque a los inversionistas les conviene que haya una alta población de estudiantes que le garantice sus ganancias.

Este examen único puede producir pérdidas económicas en cada uno de los padres de esos médicos, porque invertirán su dinero en vano, también perderá el Estado, porque los recursos que empleará en la preparación de esos profesionales no lo podrán recuperar nunca y los jóvenes, porque van a dedicar un tiempo importante de su vida en una carrera que al final no le servirá para nada.

El examen nacional de competencia es un proyecto abusivo que provocará daño psicológico a los padres y a sus hijos, después de que los participantes lo tomen varias veces y no logren aprobarlo nunca, como pudiera pasar, igual que ha pasado con el de residencias médicas.

Por eso propongo que, en lugar de un examen de competencia, se valore la aplicación de un examen de admisión para entrar a la universidad y que quien lo pase pueda hacer su carrera sin el menor contratiempo y tropiezo, de ahí en adelante.


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