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El gobierno de las leyes


Por: Eddy Olivares Ortega

En un país en el que imperan las leyes, como los Estados Unidos, a nadie se le ocurriría, por ejemplo, al producirse una vacante en la Corte Suprema, reclamarle al presidente que nombre como juez a una persona que no esté afiliada a un partido político.

De igual manera, es impensable la posibilidad de que alguien accione contra el derecho del conservador presidente, Donald Trump, de nominar la sustituta de la icónica jueza liberal, Ruth Bader Ginsburg, por haberle correspondido, además, nombrar dos jueces más en su actual mandato.

Por el hecho de Estados Unidos estar gobernado por las leyes, el referido tema no esta en discusión. Se trata de una atribución exclusiva del presidente, la cual ejerce cada vez que se produce una vacante. Además, la ley no contempla la no afiliación partidaria como condición para poder ocupar el cargo de juez del Tribunal Supremo.

Sin embargo, las razones que, como se ha señalado, son válidas en los EE.UU, no valdrían de nada en un país como el nuestro en el que las leyes son siervas y, por lo tanto, siempre corren el riesgo de ser aniquiladas, en la práctica, por quienes tienen el poder de conducir el Estado.

A propósito del gobierno de las leyes, el reconocido jurista y filósofo italiano, Norberto Bobbio, recuerda que a lo largo de toda la historia del pensamiento político se ha mantenido vigente la pregunta: ¿Qué gobierno es el mejor, el de las leyes o el de los hombres?

La alternativa de Bobbio a la pregunta es otra interrogante: ¿gobierno de las leyes o gobierno de los hombres? No se trata de la forma de gobierno, sino al modo de gobernar. “En otras palabras: abre un tema distinto de discusión y procede bajo la divisa de otra distinción: la que existe entre buen gobierno y mal gobierno. En efecto, puede ser formulada de nuevo de esta otra forma: Un buen gobierno, ¿es aquel en el que los gobernantes son buenos porque gobiernan respetando las leyes, o bien aquel en el que son buenas las leyes porque los gobernantes son sabios?”.

Las consideraciones en torno a la primacía del gobierno de las leyes sobre el gobierno de los hombres fue dejada por el jurista turinés, en su obra Estado, Poder y Gobierno, a cargo nada más y nada menos que de Platón y Aristóteles. “Platón, distinguiendo el buen gobierno del mal gobierno, dice: Veo pronto la destrucción en el Estado… donde la ley es súbdita y no tiene autoridad; en cambio donde la ley es patrona de los magistrados y éstos son sus siervos yo veo la salvación y toda clase de bienes que los dioses dan a los Estados. Aristóteles, se plantea el problema de si sea más conveniente ser gobernados por el mejor hombre o por las mejores leyes. En favor de la segunda opción enunció una máxima destinada a tener una larga duración: “La ley no tiene pasiones que necesariamente se encuentran en cualquier alma humana”… La supremacía de la ley con respecto al juicio casuístico del gobernante reside en su generalidad y en su constancia, en no estar sometida a lo variable de las pasiones”.

¿Tendrá la República Dominicana alguna vez en un gobierno de las leyes?


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