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Criminalidad y narcotráfico


Por: Guillermo Moreno

Ahora, con la sospecha de que detrás del atentado contra la vida de David Ortiz está un capo de la droga, por un asunto de faldas, cada día circulan muchos datos sobre las facilidades con las que opera el narcotráfico en el país.

En lo que se revela el autor intelectual y sus motivaciones, si es que se llega a establecer, es importante reflexionar sobre el peso que cada vez más tiene el crimen organizado en este proceso de creciente deterioro de la seguridad ciudadana en el país.

El narcotráfico solo puede estar operando de forma sostenible en el país, como es evidente que lo hace, en cuanto ha sido eficiente articulándose a esferas económicas, políticas y sociales. Examinemos de modo muy general algunas de las ramificaciones propias del narcotráfico, en los países en que se implanta.

Lavado de activos. La actividad del narcotráfico conlleva la generación de cantidades obscenas de dinero en “papeletas” que es urgente lavar. En el país, los capos de la droga han desarrollado, a la vista de las autoridades, negocios de recreación, venta de vehículos, juegos de azar, inversiones inmobiliarias y en la construcción, a través de los cuales entran a la circulación de dinero lícito y de la marcha de la economía del país.

Complicidad oficial. El narcotráfico solo puede haber alcanzado los actuales niveles de penetración y operación porque cuenta con la complicidad y protección de sectores oficiales. Así se explica la “santa paz” con que los capos viven en sus mansiones, operan negocios que se sabe les pertenecen y la facilidad con la que evaden la persecución penal y condena. A esto se añade las fortunas y bienes que sectores oficiales poseen sin poder justificar.

Microtráfico. El narcotráfico para echar raíces y hacerse sostenible en un país, tiene que desarrollar su propio mercado interno. Esto implica captar un considerable número de consumidores, resultando que una parte de éstos, para solventar su adicción, se hacen distribuidores. Con ello, el narcotráfico adquiere una base social amplia, pues en muchos barrios y comunidades la actividad de microtráfico es una importante fuente de empleo que le permite ganar lealtades y protección.

El sicariato. El narcotráfico se impone en un país por complicidad con las autoridades o haciendo valer en la calle su autoridad o por una combinación de ambas. Para hacer prevalecer de modo efectivo su ley, el narco tiene que disponer de individuos capaces de eliminar a quienes no se sometan o cuestionen la autoridad del capo y su estructura criminal. El microtráfico y todo el proceso de descomposición social que conlleva provee sujetos para el sicariato, sobre todo de las generaciones más jóvenes.

Comercio de armas. Es consustancial al narcotráfico la existencia de un intenso contrabando y comercio de armas de fuego. Toda la estructura operativa del crimen organizado requiere de individuos siempre bien armados como fuente de su poder de intimidación y para la ejecución de sus actividades criminales las que normalmente tiene que realizar en disputa con otros carteles.

Penetrar el sistema político. Este es un objetivo permanente del narcotráfico. En un país como el nuestro con tan frágil institucionalidad, esta ha sido una tarea fácil. La vía más expedita ha sido el financiamiento de campañas y de candidatos que ya convertidos en representantes le brindan protección. En el país, los volúmenes de dinero que se invierten en las campañas de determinados candidatos revelan la presencia de dinero del narcotráfico lo que explica la impunidad que protege las actividades del crimen organizado.

Corromper el sistema de justicia. Este también es un blanco estratégico del narcotráfico. La libertad con que los grandes capos desenvuelven sus actividades criminales y operan sus negocios y la escasez de investigaciones y condenas penales hacen más que evidente que el narcotráfico ha penetrado el sistema de justicia en el país. También el sistema penitenciario que en el país es muy vulnerable y permite que los narcos y sus “operativos” presos, desde el penal, sigan dirigiendo sus carteles y ejecutando acciones criminales.

Las operaciones del narcotráfico en el país, no es solo un tema de seguridad ciudadana, sino que estamos ante un poder de facto que crece en su capacidad de desestructurar nuestra sociedad y convertirnos en un narco Estado.

En los casi 20 años de gobierno del peledé, como en ningún otro, el narcotráfico ha tenido complicidad oficial. Son muchas las fortunas, hoy legalizadas como negocios de lícito comercio que provienen del narcotráfico o del cobro de peaje. Son incontables los representantes electos que han aceptado financiamiento del narcotráfico.

Es claro que desarticular la estructura del narco y del crimen organizado y sus ramificaciones es una tarea imprescindible para organizar la sociedad dominicana, acabar con la inseguridad ciudadana, fortalecer la institucionalidad democrática, restablecer el imperio de la ley y ponerle fin a la impunidad. Para ello se requiere un liderazgo con la determinación para enfrentarlos hasta exterminarlos haciendo que la ley se aplique con puño de hierro a sus violadores.


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