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A LOS COMACATES:


Por: Percival Peña
A PESAR DE LAS VICISITUDES Y LIMITACIONES QUE ESTAN PASANDO!!!
Hay que oír a los muchachos de allá abajo, oír a los sargentos, a los tenientes, a los capitanes, oír a los mayores. Oír sus críticas y sus aportes. Ellos tienen mucho que decir. Sus experiencias hay que prestarle atención. No se puede uno olvidar de ellos. Se ha bloqueado las comunicaciones entre los mandos de las FF.AA y ellos.
Los altos mandos no inclinan sus cabezas y miran hacia abajo. Eso está mal, y algo huele mal. Como nunca antes.Su sentir, el latir del escuálido enfermo que trata de sobrevivir con sus ladridos de lamentos. Por ese hueco, se quedan cosas que los superiores no se dan cuenta. A los superiores no les llegan sus quejas. Hemos vivido llorando lagrimas sobre el muerto, que no ha podido sobre vivir.
Existen códigos diferentes entre civiles y militares, pero esos códigos de guardias tenemos que descodificarlos. Hay que ver con diafanidad la virtualidad de las FF.AA. Su composición y su característica, sus ambigüedades y falsas poses de respaldo que tienen de sus superiores.
En estos últimos tiempos se han mostrado ladina, y muy evasivas. Sin expresar sus quejas y aguanta todo tipo de sufrimientos de la vida común cotidiana. El derecho a una mejor vida de ellos y de sus familiares es una realidad existencial. Sus sueldos son de miseria frente a los funcionarios de vitrina, y litrina que deambulan en el olor fétido del aire acondicionado y secretarias de cintura de avispa, con mejores sueldos que ellos y pagan con su naturaleza hermosa las poses que adoptan en las lascivias dotes de sus encantos.
El movimiento popular ya tiene suficientes victimas y héroes, y las concesiones a la violencia no pueden seguir, no se puede imponer el valor por encima del raciocinio, bastante influenciado por el síndrome de “dejar pasar”.
Se debe estrechar el vínculo entre el pueblo-Fuerzas Armadas y poner al ejército al servicio del mejoramiento social en diferentes direcciones. Sin embargo, hay un pueblo “verde olivo” que ha aprendido a diferenciar, poco a poco, donde está la verdad y quien es su enemigo. Las tropas y los soldados también saben de eso.
El guardia no está encerrado en los cuarteles, y no está perdido. Se equivocan. El laberinto mental de sus frustraciones es tortuoso y escuálido dentro del ensayo contestatario al desorden impuesto dentro de ellas.
Hay un pueblo “guardístico” que ya ha dejado de mirar adentro y mira hacia afuera y entiende que hay una gran hostilidad, hacia afuera, sin quererlo comenzó a organizarse para romper los tentáculos que sostienen los enemigos internos. De la encerrona que le tendieron los de arriba. En su cómoda posición de opulencia e impunidad del boato. Esto no tiene vuelta atrás, y la conmoción se ve, se palpa, se oye por doquier en los recintos cuartelarios.
La guerra interna de las FF.AA estremece los cimentos de ella, comienza a sentirse a través de las lamentaciones de sus miembros. La distorsión de su propia doctrina pone en juego la propia seguridad de sus miembros por la influencia del mundo político y la corrupción que tambalea al sistema.
A veces me angustio, al ver el peligro en el que están inmersas, rodeadas de miserias humanas. Me doy cuenta de muchas cosas, porque parafraseando a nuestro mentor Juan Pablo Duarte y Diez, estoy dentro del monstruo, veo que hay tanto enemigo a dentro como a fuera. Son dañinos por que están disfrazados y con la más oscura máscara puesta.
Hay que ser como el surfista y saber cual ola tomar, para no sucumbir ante la embestida de la persecución y el desorden que se aproxima.
Hay que creer en nuestros ideales y en el pueblo con plenitud de nuestra responsabilidad. La rebelión es ética y el alzamiento debe ser sano. Esta debe ser la rebelión de los Comacate. Esa palabra envuelve el significado de: Comandante, mayores, capitanes y tenientes en un futuro. Me convierto en un taumaturgo y eso es irreversible en unas condiciones sociales, políticas, y económicas como las actuales y las que se avecinan. Escríbanselo a Dios. Quisiera equivocarme pero no puedo.
Malditos son los políticos y todo aquel que aprovecha las elecciones para ver si llegan arriba a costilla de los de abajo. Hemos jurado quitarle la telaraña a la historia, que está sepultada, pero que palpitan en los recuerdos de la gente.
He escudriñado archivos, libros, folletos, bibliotecas militares y recorrí la región de Asia completa, de pueblo en pueblo, con un morral de historiador, para reconstruir el escenario de diferentes guerreros. Estudié sus técnicas y sus luchas sociales y políticas, desde la guerrilla de Martí, Mao, Guyen van Giat, Che, Gómez, Bolívar, Fidel, Caamaño y en particular nuestra epopeya restauradora y la Guerra de Abril.
Quise ver con mis propios ojos el terreno del famoso combate de 1808, en el que se batió el cobre con los franceses, y el hatero Juan Sánchez Ramírez, allí, obtuvimos nuestra identidad. Ferrand tuvo la osadía de ir a enfrentar un pleito de motín de patio, y se equivocó fue un alzamiento majestuoso. Graso error. Solo le quedó la opción de desarrojarse la cabeza.
También tuve físicamente donde los españoles tendieron la trocha de Jucaro a Morón para dividir la isla de cuba en dos, y que el libertador Gómez la cruzó en varias oportunidades.
Yo he seguido tambaleándome en hojas de libros de enseñanzas de las armas solo por obtener el honor que ellas dan: Por la libertad a mi patria, y por merecer las bendiciones de los pueblos.
Las llamas de odio crecen ante nuestra vista. Son como el símbolo de la impiedad de un régimen desgastado que se sabe despreciado por su pueblo. Las mentes arden en la fermentación de la protesta silenciosa.
Algo se cuece a todo vapor por debajo de la mesa
Óiganme bien amigos de la reacción revestidos de seudo-revolucionarios. Pretenden que nosotros paguemos los platos rotos del excesivo gasto eleccionario para ustedes retener el poder. Además, pretenden que nosotros paguemos también el robo del dinero del erario público de sus acólitos cavernarios. Por ahí viene bajando otra reforma fiscal y su brazo armado el Fondo Monetario Internacional. Nos intuye que daremos un paso al frente ante tantas tropelías.
¿Con que derecho y con qué moral ustedes le impondrán a esta sociedad más impuestos? Si ustedes, lo dilapidaron todo en la francachela de la fiesta de la imposición de su tiranía corrupta y cleptómana, adornada por la democracia.
La soldadesca azuzada cometió todo tipo de vejámenes y represión en el pasado proceso. El odio y la angustia quedó superado por el temor y el lamento se escucha a los lejos, y rechina en cada rincón de la nación. El estruendo y el frenesí quedaron superados por el relámpago del rechazo de estar parapetados en la sombra de la impunidad. El terror se hizo sentir después de haberlo sepultado hacia década.
Ellos en el fondo no están condenados por mí, están condenados por la historia. Quizás se ha una idea pueblerina, pero vivir dentro del monstruo y conocer sus entrañas nos da la razón.
Decía Carlos Max que la revolución le hace falta el látigo de la contrarrevolución. El látigo duele, pero enseña si ese dolor se transforma en fuerza. Achicharraron el deseo de nuestro pueblo de tener unas elecciones libres amparadas en la mezquindad del fraude,recibiendo cuantiosa suma de dinero del extranjero violando leyes y la Constitución de la República en trapecista de un gobierno ilegal e usurpador de los cañones legales subestimaron la inteligencia del soldado que guarda una lealtad y fiscalidad a la Constitución y las leyes, por ende la intuición y el calor de las masas de donde ellos previenen .

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